De manera muy resumida, te puedo contar que nací en Pamplona el 1 de noviembre de 1982, que soy el tercer hijo de Luis Mari y Palmira y que mis años mozos los pasé en el colegio Larraona (claretianos) donde hice mis primeros amigos, los cuales conservo con satisfacción.  Con 18 años y sin tener muy claro qué hacer con mi vida, hice un grado superior de técnico de laboratorio. 

Al terminarlo, me concedieron la beca Leonardo para hacer unas prácticas en un laboratorio en el suroeste de Inglaterra. Pese a mis miedos y dudas iniciales, la experiencia de salir de casa y conocer otra cultura me encantó.  De hecho, después de terminar con la beca, me quedé una temporada allí trabajando como camarero en un hotel.

Al poco de regresar a casa, y debido a un accidente de tráfico que sufrí en la noche de mi 21 cumpleaños, entré en un periodo de gran oscuridad. La recuperación de dicho accidente fue lenta y muy dolorosa; pasé por varias operaciones y una dura rehabilitación. Puedo decir sin problema que atravesé una depresión, y que aquella experiencia me llevó a decidir estudiar psicología. Cursé la carrera en la UNED y me encantó. La disfruté mucho mientras la compaginaba con mi desempeño como técnico de laboratorio. No obstante, recuerdo que al licenciarme, si bien es cierto que había acumulado mucho conocimiento teórico, a nivel emocional me sentía igual de perdido. Es por eso que comencé a formarme como terapeuta en diferentes ámbitos: el teléfono de la esperanza, terapia gestalt, psicosomática… Efectivamente, descubrí que para ser capaz de ayudar a los demás, es fundamental ayudarse primero a uno mismo: he ahí la importancia del trabajo  personal. Por eso me identifico plenamente con el lema del oráculo de Delfos: conócete a ti mismo, y conocerás el mundo y sus dioses.

A lo largo de aquellos productivos años, también hice el postgrado de medicina natural en la Universidad de Zaragoza, practiqué artes marciales (kárate y aikido) y redescubrí mi amor por la naturaleza, lo cual que me llevó a pasar por varias escuelas de supervivencia y habilidades primitivas en España e Inglaterra.  Fueron grandes aventuras que me reportaron buenas amistades y gratas experiencias de superación personal y de conexión con la tierra. 

Con treinta años, y después de un tiempo como terapeuta con mi propia consulta, sentí la llamada de África, y me fui a hacer cooperación a Camerún. Allí estuve viviendo dos años inolvidables. En mi primer año, llevé a cabo labores de «counseling» (acompañamiento y apoyo) a pacientes de VIH-SIDA y sus familias en un hospital en plena selva ecuatorial.  La experiencia fue tan potente que decidí regresar de nuevo con otro proyecto. A lo largo de mi segundo año allí, me dediqué a gestionar un proyecto educativo de ayuda al desarrollo del pueblo baka (conocidos vulgarmente como «pigmeos», el suyo ha sido hasta hace poco uno de los últimos pueblos libres del planeta).  Fueron dos años grandiosos y estaré eternamente agradecido por ello.

Desde entonces, y de vuelta en mi tierra, he compaginado distintos ocupaciones mientras seguía formándome en caminos de crecimiento personal, tales como la bioenergética psicocorporal, la terapia transgeneracional, el tantra, y por supuesto, la meditación en sus múltiples variantes. Me considero un buscador, soy curioso y me gusta experimentar,  teniendo claro que la solución está siempre en el interior. Como es adentro, es afuera. La vida es un camino, y en ese caminar, todo es cambio constante. Así pues, como te puedes imaginar, me encanta viajar y conocer nuevas culturas. Y por supuesto, soy fan del Camino de Santiago, de su magia y su mística. 

Y bueno, creo que esto es lo más relevante acerca de mí que puedo contarte en este momento… Por lo demás, decirte que esta web nace con la simple intención de plasmar por escrito mis inquietudes, pensamientos y reflexiones. Vamos a ver qué tal sale. Te doy las gracias por entrar a formar parte de mi mundo y te invito a que bucees por aquí todo lo que te apetezca. 

¡Adelante!