Navarra shall be the wonder of the world!, o lo que es lo mismo, “¡Navarra será el asombro del mundo!”. Conocidas son estas palabras que William Shakespeare puso en boca del protagonista de la obra Trabajos de amor perdidos (Love’s labour’s lost). Bueno, tal vez parezca una frase demasiado rimbombante, pero vamos, no seré yo el que le lleve la contraria. Así pues… ¡Lo que diga Shakespeare!
El protagonista de la obra, o sea, el que verdaderamente pronuncia la frase en cuestión, no es otro que Fernando, rey de Navarra. Su majestad y tres de sus caballeros (Berowne, Longaville y Dumaine) hacen juramento de retirarse del mundo público durante tres años para dedicarse al estudio y la lectura para así alcanzar la sabiduría. Por supuesto, dicha promesa incluye también el llevar una vida frugal y no tener contacto alguno con mujeres. Tal cual. ¿Metiendo el dedo en la llaga, eh, William? El caso es que este propósito se ve pronto puesto a prueba pues se anuncia la llegada a la corte de la princesa (o sea, futura reina) de Francia acompañada de su séquito de damas: Rosalina, María y Catalina. Las cuatro vienen a negociar la devolución de Aquitania, ahora en poder navarro. Curiosa distopía, ¿verdad? Por su parte, Fernando, para no romper sus votos, ofrece alojamiento a las damas fuera de la corte. Lo que pasa es que, inesperadamente, tanto el rey como sus caballeros caen perdidamente enamorados en cuanto se reúnen con ellas para darles la bienvenida. Hori da, comedia a la navarra.
Éste es el divertido argumento de Trabajos de amor perdidos, considerada una de las obras más extravagantes e intelectuales del dramaturgo inglés. De ella se dice que abunda en términos precisos y escuetos, y alusiones literarias. También, que está llena de ingeniosos pastiches de formas poéticas. Parece ser que fue compuesta para un público especialmente culto y que ésta seria la principal razón que hace que no sea una de las obras más célebres de Shakeaspeare.
En cualquier caso, que uno de los autores más reconocidos, el considerado como uno de los mayores genios de la literatura universal, tuviera en cuenta a Navarra y la tomara como escenario para uno de sus trabajos, es de agradecer, me parece a mí. Sorprende porque no hay constancia de que visitara nuestras tierras, ni siquiera Ultrapuertos (verdadero escenario de esta comedia). Sin embargo, es curioso porque parece como si de alguna manera, Shakespeare conociera al dedillo la idiosincrasia foral. ¿No te parece que da en el clavo con algunos de nuestros tópicos de toda la vida? Si es que hay cosas que no cambian ni con el paso de los siglos…
Bromas aparte, supongo que a todo el mundo le gusta que su tierra sea nombrada en una obra reconocida a nivel mundial. Y esto se lo debemos indudablemente al genio de William Shakespeare. Él y Cervantes alcanzaron las cotas más elevadas en el ámbito de la literatura, dicen quienes saben de esto. Y como si el destino hubiera querido unirlos para siempre, ambos murieron el mismo día: el 23 de abril de 1616. En honor a la verdad, hay que decir que técnicamente esto no es exacto, pero bueno, no nos vamos a poner tiquismiquis ahora. Así pues, asumiremos la doble efeméride como válida para anunciar que ésta es la principal razón por la que, año tras año, en esta fecha se celebra en todo el mundo el Día del Libro.
Antaño, con la influencia del santoral, eran festividades religiosas. Actualmente, no tanto. Lo que es evidente es que casi cada día del año se celebra algo. En concreto, este 23 de abril, es una fecha muy especial, como es bien sabido. Es el día de San Jorge (el famoso Sant Jordi catalán). En esta señalada jornada, en el centro de cualquier ciudad y pueblo, se celebra la Feria del Libro. Allí donde vayamos, encontraremos un espacio lleno de casetas y público donde tiene lugar dicha Feria. Son casetas llenas de magia, color y sobre todo, letras. Letras que forman frases. Frases que forman párrafos. Párrafos que forman capítulos. Y capítulos que forman libros. Es en estos libros donde podemos encontrar, como pretendía el rey Fernando de Navarra, cultura y sabiduría. Con el debido respeto a su majestad, tal vez no sea necesario retirarse durante tres años de la vida social. Y simplemente baste con darse una vuelta por esta Feria y leer alguno de esos libros. Así de fácil y sencillo. Y quién sabe si, a base de leer, a base de adquirir cultura y sabiduría, algún día, seremos, ciertamente, el asombro del mundo.
Feliz Día del Libro.