Siempre soñé con conocer Egipto. Era algo que deseaba hacer desde pequeño, cual anhelo profundo. Y por fin, se cumplió hace unas semanas. Encontré al grupo indicado, y puedo decir que fue una pasada de viaje. A lo largo de nuestra estancia allí, visitamos templos milenarios y tumbas de faraones, navegamos por el Nilo, recorrimos el desierto en dromedario… Y por supuesto, conocimos las Pirámides.
La verdad es que fue un viaje muy potente, singular, en el que nos dedicamos a seguir la senda del Ankh (la llave de la vida, representada como la mítica cruz egipcia). Para ello, hicimos rituales sagrados en los que entablamos conexión con las distintas deidades del antiguo Egipto, y nos maravillamos siguiendo las enseñanzas de Thot. Por si no lo sabes, es el dios del conocimiento, la magia y la escritura, y se le representa normalmente con cuerpo humano y cabeza de ibis (una especie de garza local). La mitología egipcia le otorga el honor de ser consejero de dioses, y mediador entre lo divino y lo humano. Lo bueno, según cuenta la tradición, es que transmitió sus enseñanzas a través de la Tabla Esmeralda. ¿Te suena? Tal vez lo asocies con la alquimia y la sabiduría hermética. Así es. Cuando el mundo helénico descubrió a Thot, lo asoció con su dios Hermes. Por ello, desde la antigua Grecia se dice que fue Hermes Trismegisto (el tres veces grande), el autor de este texto. Aclarado esto, sigamos.
¿Qué es La Tabla Esmeralda? Un texto cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, y que ha conseguido llegar hasta nuestros días acompañado de un cierto halo de misterio. Y es que en él están descritas las instrucciones que nos permiten controlar la realidad. Por ello, fue muy apreciado por alquimistas árabes y europeos a lo largo de la edad media, que lo utilizaron para intentar crear el elixir de la larga vida, o para producir oro de manera artificial. ¿Lo consiguieron? Tal vez. En cualquier caso, la enseñanza principal de la Tabla Esmeralda nos dice que “Todo es mente; el Universo es mental”.
¿Y esto qué quiere decir? Básicamente, que todo se ve según el cristal con el que se mira. En efecto, la realidad que observamos es sencillamente una proyección de nuestros propios procesos mentales. Esto, que quizá pasamos por alto en nuestro día a día, es algo fundamental para poder crear nuestro destino. Por eso hay que tenerlo presente siempre, pues de lo contrario, corremos el riesgo de caer en el “modo automático de funcionamiento” y perder nuestro potencial creativo. Thot (Hermes), nos lo deja bien claro cuando dice: “Como es arriba, es abajo; como es adentro, es afuera. Con esto basta para obrar milagros”.
¿Te atreves a crear tu propia realidad? La propuesta que se nos está haciendo es que descubramos nuestra Leyenda Personal y la sigamos. Se trata de conectar con nuestra esencia, con aquello que verdaderamente somos. Sólo así el Universo podrá conspirar a nuestro favor para ayudarnos a cumplir nuestros sueños. Te suena esto, ¿verdad?
“Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño». Precisamente, éste es el leitmotiv de una de mis novelas preferidas: “El alquimista”, de Paulo Coelho. Me imagino que sabrás que es uno de los libros más vendidos en todo el mundo. Pero por si no lo has leído, no temas, no te voy a hacer spoiler. Lo que sí te puedo contar es el argumento: Santiago, un joven pastor andaluz, tiene un sueño recurrente en el que un niño le revela que su tesoro se encuentra escondido en las Pirámides de Egipto. ¡Cómo no!
A partir de esta premisa, Coelho nos relata el particular viaje del héroe de Santiago, y todas las peripecias, alegrías y calamidades que le van sucediendo a lo largo de su periplo. En realidad, esta historia se trata de una metáfora, una alegoría en donde se mezclan lo real y lo simbólico. Por eso, podemos decir que “El Alquimista» llega a la misma conclusión que la Tabla Esmeralda: puesto que todo es mente, a medida que cambies, cambiará tu realidad. El viaje, por tanto, es tanto físico, como interior. En ese sentido, la verdadera alquimia, como nos adelanta ya Coelho en el prefacio, es un proceso de transformación personal, de auto-conocimiento:
Y de este modo, mi Maestro decidió darme clases de Alquimia. Descubrí entonces que el lenguaje simbólico que tanto me irritaba y desorientaba era la única manera de alcanzar el Alma del Mundo, o lo que Jung llamó el «inconsciente colectivo». Descubrí la Leyenda Personal y las Señales de Dios, verdades que mi raciocinio intelectual se negaba a aceptar a causa de su simplicidad. Descubrí que alcanzar la Gran Obra no es tarea de unos pocos, sino de todos los seres humanos de la faz de la Tierra. Es evidente que la Gran Obra no siempre viene bajo la forma de un huevo o de un frasco con líquido, pero todos nosotros podemos (sin lugar a dudas) sumergirnos en el Alma del Mundo.
Efectivamente, a veces las cosas no son lo que parecen, por eso, para acceder al “Anima mundi», es necesario apartar los prejuicios del intelecto. Sólo así, regresando a la niñez, encontraremos el tesoro. Y lo mejor de todo es que ha estado siempre ahí, escondido en nuestro interior, esperando ser descubierto, aguardando que nos embarcáramos en nuestro particular viaje heróico.
Por su parte, Santiago, que un día tiene un sueño al echarse una siesta a la sombra de un sicomoro, tendrá que dejar Andalucía, y con ello a su familia, sus ovejas y sus libros, y lanzarse a la aventura. Sólo así, venciendo sus miedos y dudas, soltando y confiando, podrá cumplir ese sueño.
¿El conflicto de este joven pastor es el mismo que el de cualquier persona? Creo que ahí reside el gran éxito de esta historia. ¿Quién no se siente identificado, o al menos un poco, con Santiago? Yo sí, desde luego. Tengo sueños por cumplir, por eso quiero hacer como él y seguir adelante con la aventura, confiando en que todo tiene un sentido y un propósito. Aunque a veces no pueda verlo.
En mi caso, viajar a Egipto fue una fascinante aventura que recomiendo encarecidamente. El antiguo país de los faraones me resultó misterioso y maravilloso a partes iguales. ¿Encontré un tesoro al pie de las Pirámides? Tal vez otro día me anime a contar todo lo que aconteció detenidamente. Hoy sigo con las enseñanzas de Toth.
Hace unos meses, y tras un interesante seminario con Joe Dispenza en Basilea, aproveché para ir a conocer Praga. En verdad me fascinó la capital checa, y sin duda alguna se puede decir que es una de las ciudades más bonitas del mundo. Entre sus muchos alicientes, fui a visitar a su famoso Niño Jesús, el cual dicen que concede milagros. Se trata de una pequeña escultura (de origen andaluz, por cierto, como Santiago), que se encuentra en la Iglesia de Santa María de la Victoria. Había leído acerca de esta singular estatuilla y quise aprovechar mi estancia allí para ir a conocerlo. ¿Quieres saber si yo también le pedí un deseo? Bueno, al margen de sus supuestas propiedades, y como ya hemos aprendido, el verdadero milagro consiste en tomar consciencia de que no existe la separación pues Todo es Uno. Tener esto presente es realmente alcanzar la Gran Obra que nos propone la alquimia. No obstante, con cierta sorpresa, allí mismo descubrí el vestido que Paulo Coelho y su esposa Christina le habían obsequiado al propio Niño Jesús. Se encontraba en una pequeña galería anexa, dentro de la iglesia. Un cartelito al pie de la urna que lo contenía indicaba que la pareja se lo había llevado en 2005, como agradecimiento tras haber visto cumplido su deseo.
No me lo esperaba, la verdad. ¿Cómo interpretarlo, si es que se podía? ¿Se trataba de una señal o un guiño del destino? ¿Un recordatorio para seguir adelante, como Santiago en su camino al tesoro? Llegado este punto, considero pertinente que nos formulemos la pregunta: ¿Realmente la vida nos está mostrando las señales que debemos seguir? Me remito a las palabras de Coelho, que bien podrían ser las del propio Thot: “Donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón”.
Hoy en día, la llamada “ley de la atracción” es un concepto muy manido. Internet está llena de “influencers” y gurús que te hablan de ello insistentemente: “¿No logras manifestar lo que deseas? Sígueme y te cuento cómo hacerlo”. Bueno, como suele pasar, las cosas no siempre son o blancas o negras. En mi opinión, es cuestión de abrir la mente para ir más allá de lo evidente, en aras de captar lo sutil. Abrir la mente y el corazón para seguir las señales y poder alcanzar el “Anima mundi» o inconsciente colectivo. ¿Acaso no es bien cierto que “la vida es sueño, y los sueños, sueños son»? La ley de la atracción funciona, sí, lo que pasa es que lo hace a un nivel profundo, vibracional. Ahí está el matiz que crea las múltiples posibilidades y que marca la diferencia. Somos seres creadores y tenemos una gran capacidad para manifestar, lo que pasa es que inconscientemente albergamos patrones y creencias limitantes. Y no siempre estamos en disposición de aceptar esto. El cambio cuesta, lo sé. A veces nos resistimos a él, yo el primero. Pero fluir con el cambio es la única posibilidad que tenemos para cumplir nuestros sueños. Esto lo sabe bien Santiago, pues tiene que adaptarse continuamente a las circunstancias cambiantes del entorno. Por mucho que repitamos a viva voz que queremos atraer algo a nuestras vidas, el Universo no va conspirar a nuestro favor si no estamos vibrando en la frecuencia adecuada. Y sí, ya sé que esto de “vibrar en la frecuencia adecuada” puede sonar difícil de asimilar, pero al respecto, he de decir que hace ya un siglo que la física cuántica descubrió que la materia es energía. Recordemos: el átomo, que está en su mayor parte vacío, alberga unas partículas que en realidad se comportan como ondas de energía vibrando. Es decir, el átomo, y por tanto, la materia, equivale a vacío y energía en vibración. En realidad esto mismo es lo que llevan diciendo las tradiciones místicas desde hace miles de años. Así que si eres capaz de soltar por un momento el raciocinio intelectual, si eres capaz de acallar la mente pensante, lo podrás comprobar en tus propias carnes.
¡Un momento! ¿Quieres decir que podemos atravesar las paredes?
Bueno, que yo no pueda hacer algo, no significa que no se pueda. En cualquier caso, más allá de ser capaces de lanzar rayos láser por los ojos, creo que cabe preguntarse si hacer eso es algo necesario. Me estoy refiriendo a que esa manifestación de lo que queremos, esa conspiración del Universo a nuestro favor, llegará cuando lo que anhelamos esté en consonancia con nuestro desarrollo personal. Es decir, no responde a deseos del ego. No va por ahí. Elevar la vibración tiene que ver con poner en práctica el perdón y el amor. Nuestro crecimiento personal es proporcional al despertar de la consciencia. En ese sentido, estoy convencido de que nuestra motivación última, más allá de desarrollar determinados superpoderes o acumular grandes riquezas, es la de compartir el Amor. Ese amor que somos, que está siempre presente en nuestro interior y que no pertenece a ninguna creencia, dogma ni doctrina. El amor es algo que se experimenta y que se vive, no desde el raciocinio, sino desde el corazón. Ahí está el verdadero tesoro.
En mi opinión, esto es a lo que realmente se refieren las enseñanzas de la Tabla Esmeralda. De hecho, a la luz de la nueva ciencia, creo que se pueden obtener interesantes lecturas sobre los textos sagrados. Por ejemplo, me estoy acordando de lo que nos dicen los evangelios acerca de los milagros. Evidentemente, no son actos de destrucción ni de demostración de poderío, sino que son ejemplos de elevación de la vibración, que gracias al perdón y al amor, restauran el orden natural de las cosas. Así pues llegado este punto, y si nuestro propósito es en todo momento bondadoso, ¿por qué no permitir que el Universo conspire a nuestro favor? Teniendo en cuenta todo esto, ¿queda de manifiesto que Thot nos desvela los secretos de la física cuántica y la ley de la atracción al expresar aquello de: “con esto basta para obrar milagros”?.
Si te preguntaran a ver cuál es la mayor mentira del mundo, ¿qué dirías? ¿Crees que tenemos control de nuestras vidas, o que por el contrario están gobernadas por el destino? Coelho, a través de “El Alquimista”, lleva a cabo su particular conspiración, y se sirve de Santiago para revelarnos cómo funciona la ley de la atracción. De manera sencilla, nos enseña cómo alcanzar el inconsciente colectivo a través del proceso de individuación. En su particular viaje del héroe, el joven pastor va rompiendo viejos patrones y creencias, liberándose del miedo, confiando en lo que es y abriéndose a la Magia. A través de esta fábula intemporal, Coelho se sirve del lenguaje simbólico para comunicarse directamente con nuestro inconsciente: ahí reside el secreto del éxito. ¿Podríamos decir que se trata de un manual de instrucciones? ¿Un manual, donde el propio autor ejerce como maestro alquimista y nos desafía a alcanzar la Gran Obra a través del descubrimiento de nuestra Leyenda personal?
Como Santiago, a veces me pierdo, o me canso o me frustro. A veces, lo veo todo oscuro y caigo en la desesperación. A veces, me dan ganas de tirar la toalla y darme por vencido. Y es en esos momentos en los que conviene recordar que la noche oscura del alma es parte del camino, un aprendizaje necesario, Por eso, es importante tener presente que el buen combate no consiste en batirse en duelo contra nadie; más bien en poner luz ahí donde había oscuridad. En esencia, la verdadera lucha pasa por hacer consciente la propia sombra. Tal es la conducta del Guerrero de la luz.
Creo firmemente en que la sanación individual contribuye a la sanación colectiva, y por eso quiero terminar este post repitiendo las palabras de Coelho en su prefacio. Me parece fundamental tenerlas presentes:
Alcanzar la Gran Obra no es tarea de unos pocos, sino de todos los seres humanos de la faz de la Tierra. Es evidente que la Gran Obra no siempre viene bajo la forma de un huevo o de un frasco con líquido, pero todos nosotros podemos (sin lugar a dudas) sumergirnos en el Alma del Mundo.
Muchas gracias por acompañarme hasta aquí.
Feliz reencuentro con tu tesoro.
Feliz inmersión en el Anima Mundi.