Mira la foto. Quédate con estas caras. Noemí es la de la izquierda. Mentxu, la de la derecha. Las conocí en un taller de tantra impartido por Elma Roura. Noemí vive en Bizkaia. Mentxu, en Gipuzkoa. Ambas son facilitadoras de biodanza. Cada una tiene sus propios grupos regulares. Y a veces, cuando les apetece, ofrecen talleres juntas. El pasado 20 de enero vinieron a Pamplona a ofrecer uno. Se llamaba «Biodanza y sexualidad. El éxtasis del encuentro». Menudo título, ¿eh? Sugerente como poco. Pero antes de entrar ahí, vayamos por partes. Y empecemos por el principio.
¿Qué es la biodanza? ¿Es una disciplina artística?, ¿un tipo de terapia?, ¿tal vez un camino de vida? En mi opinión, es un sí a las tres preguntas. Fue creada por el psicólogo chileno Rolando Toro a finales de los años sesenta del pasado siglo, y según sus propias palabras, “biodanza trabaja en el reforzamiento de emociones positivas y en la expresión coherente de ellas respecto a circunstancias reales”. ¿Y esto qué quiere decir? Pues básicamente, se trata de un encuentro grupal en donde, a través de la música y de distintos ejercicios propuestos, se baila todo lo que la vida trae. Se baila la alegría, la tristeza, la soledad, la compañía, el dolor, la fuerza, la sensualidad, la sexualidad, la creatividad… todo eso y más. Realmente me cuesta explicarlo con palabras, principalmente porque es una experiencia vivencial. Las palabras, las explicaciones, ayudan a forjar un marco teórico. A partir de ahí, la lógica calla y entra la vivencia. Por eso me gusta tanto. Personalmente, me saca de mis problemas, me saca de mi mente ultrapensante y neurótica. Y me pone a bailar. Bailar presente y conectado, primero conmigo mismo, y a partir de ahí, con otras personas.
Esto es un pequeño resumen de lo que es para mí. No soy un experto, simplemente he participado en diversos talleres con diferentes facilitadores. La descubrí hace ahora 13 años, en el postgrado de medicina natural que cursé en Zaragoza. Me sorprendió desde el inicio. Ya por el simple hecho de hacer una actividad descalzos, merecía la pena. Pero no sólo era eso, había mucho más. Descubrí que era una forma sutil y sencilla de hacer terapia. De conectar con la propia verdad. Porque cuando se entra en contacto con el propio cuerpo, se está más cerca de la verdad. Me ha llevado tiempo comprender esto, lo confieso. Ha sido un largo proceso. La terapia gestalt me había abierto la puerta a un mundo nuevo y descubrir la biodanza fue otro pasito. Quería seguir investigando qué era eso de sentir. ¡Sentir! ¿Por qué nadie me había enseñado a sentir? ¿Por qué pasaba tanto tiempo analizando, juzgando y criticando (a los demás y a mí mismo)? ¿Por qué tenía miedo de expresar mis sentimientos y sufría una tremenda represión sexual?
Ay, el sexo… ¿qué tiene, que tanto nos atrae y nos asusta al mismo tiempo? Por qué será… Bueno, yo tan sólo puedo hablar por mí. En mi familia, ha sido el gran tabú, y hablar de cómo nos sentimos tampoco ha sido nuestro fuerte en casa. Por eso desarrollé una gran cantidad de obsesiones, miedos e inseguridades con respecto a mi cuerpo, mi manera de vivir la sexualidad y mi relación con el sexo opuesto. De pequeño era una personita reprimida, encerrado en una rígida coraza, aparentando que todo iba bien mientras en el fondo me sentía una mierda. Y por supuesto, era incapaz de hablar con nadie de lo que me pasaba. Recuerdo que al llegar la adolescencia andaba perdidísimo y me sentía muy acomplejado. En aquella época, maldecía mi destino y sufría en silencio. ¡Ay! ¡Mísero de mí!
¿Fueron años difíciles? El paso a la edad adulta es lo que tiene. Afortunadamente, lo bueno es que podemos decidir cómo jugamos con las cartas que nos tocan. Por eso, una vez que empecé a sanar mis traumas y a ganar confianza, sentí que era el momento de dar otro paso y abrir la puerta de la sexualidad consciente.
¿Qué?,¿qué es eso, Tantra? ¿Eso es lo de follar sin eyacular?
Ufff… para, para. No metas mente. Recuerda, esto va de sentir.
Inicié un recorrido que sigo caminando a día de hoy y que me ha permitido conocer grandes maestros y maestras, de diversa condición y procedencia: Firak, Maite Domènech, Astiko, Prem Aditi, Hari Dass y Anhoki, Madhur, Diana San José, Elma Roura, Dhyana Dakini… Personas, como tú y como yo, que decidieron explorar su propia sexualidad y adentrarse en una parte muy profunda de su ser. Decidieron adentrarse para poner algo de luz en el gran misterio del que todos venimos, que no es otro que la fuerza creativa del universo. Personas, que a medida que fueron indagando, fueron compartiendo sus descubrimientos con otras personas. Lo sabemos, compartir es amar.
Me siento muy afortunado de haber encontrado estas personas y de haber podido vivenciar experiencias tan profundas y enriquecedoras. También, me siento afortunado de haber hecho buenas amistades en el camino. Me he encontrado con personas valientes, capaces de mirar en su interior, con las que he compartido lágrimas y risas, silencios y locuras, dolor y placer. En mi caso, ha sido y está siendo un camino de sanación. Me ha quitado muchas tonterías de la cabeza, mucha culpa y represión. He podido liberarme de introyectos disfuncionales, es decir, creencias limitantes que venían en mi mochila y que no me ayudaban en nada. Y bueno, ahí seguimos, compartiendo y abriendo los corazones. Siempre habrá cosas que pulir y aprender, está claro. Este periplo no acaba nunca, continúa como el fluir de un río.
Si me hubieran dicho hace unos años que iba a estar hablando de sexualidad en una web, habría flipado en colores.
Así que toca confiar.
Ahora sí. Regreso al taller del otro día: «Biodanza y sexualidad. El éxtasis del encuentro». ¿Qué puedo decir? Pues que, sin entrar en detalles, fue algo mágico. Mentxu y Noemí nos guiaron a través de una travesía en la que pudimos explorar, jugar, divertirnos y abrirnos al placer. Todo ello habitando nuestros cuerpos en presencia y conexión. Ahí, en la plena consciencia del momento presente, se produjo el verdadero éxtasis: el de experimentar la vida en toda su magnitud. Porque la vida es lo que está pasando única y exclusivamente aquí y ahora. ¿Cómo?¿De qué demonios estás hablando?¡No puede ser! Sí, puede ser. Y además es la hostia. El asunto es que no te lo pueden contar, lo tienes que vivir. Pero bueno, otro día hablaremos de todo esto con más detenimiento. De momento, dejamos tranquilo a monsieur Descartes y a su “cogito ergo sum”.
Respeto opiniones ajenas y formas de ver el mundo contrarias a la mía. O por lo menos, lo intento. En mi caso, y como he comentado más arriba, sentir es lo que me lleva a vivir. Todo lo demás son pensamientos, racionalizaciones y juicios que me desconectan del momento presente y en el fondo me hacen sufrir. Este es mi testimonio, y por eso puedo afirmar que la biodanza es una herramienta fabulosa para abrirse al flujo de la vida. Noemí y Mentxu lo saben bien y por eso ponen todo su empeño y toda su pasión en lo que hacen. Y desde luego que eso se nota en sus talleres, en sus clases, en sus compartires… Son grandes Maestras de mirada despierta y sabiduría profunda. Una gozada descubrirlas y conocerlas. No te las pierdas.
Desde aquí, quiero daros las gracias y la enhorabuena por ser como sois y por todo lo que hacéis, chicas. Mila esker! Os animo a que sigáis adelante con esta gran labor, esta sagrada profesión que habéis elegido con honor. Os deseo lo mejor y sé que os va a ir de fábula. Hacéis que el mundo sea un lugar mejor pues estáis ayudando a muchas personas a sanarse. Y eso es algo admirable.
¡Larga vida a vuestras aventuras cósmicas!
Me ha gustado mucho tu artículo, me resuena todo.
Como soy de «destornillador fino» veo un salto cuántico potencial aquí:
«Todo lo demás son pensamientos, racionalizaciones y juicios que me desconectan del momento presente y en el fondo me hacen sufrir.»
Lo mismo que hemos aprendido que el cuerpo físico es sabio (ya sabemos que no es «el bitxo»)
la mente también es sabia (ya sabemos que no es «la loka de la casa»).
«Todo lo que sucede es admirable» decía nuestro padre.
Eskerrik asko por (d)escribir tan bonito.
Mila esker, Leire! Un placer recibir tus palabras. La verdad es que siento que es el momento de compartir todo eso que ha estado guardado durante tanto tiempo. Así que encantado de saber que te resuena. Qué guay ver que hay cada vez más gente en el mismo barco, ¿verdad? Seguimos surcando las olas, besarkada handi bat!