• Autor de la entrada:
En este momento estás viendo Magia

El otro día hablaba por teléfono con una amiga. Me llamaba para felicitarme por la publicación de mi nuevo libro. Por si no lo sabes, se titula “Espiritualidad en la vida cotidiana” (Editorial Ishtar), y en cuanto a la parte que me toca, puedo decir que va un poco en la línea de lo que escribo en este blog. Volviendo a la conversación con mi amiga, lo cierto es que ella estaba súper ilusionada, mucho más que yo. Y me lo hizo saber. “No pareces muy contento”, me dijo. De manera automática, traté mentalmente de buscar alguna excusa para justificarme. Pero lo cierto es que no había ninguna. No había razón para no estar contento.

Ciertamente, uno no publica todos los días. Desde luego que no. Y no es porque lo diga yo, pero éste es un libro muy especial. Representa el trabajo de nueve personas que contra viento y marea, pusimos toda la carne en el asador. Ha sido un gran aprendizaje, en donde nos hemos compenetrado para superar diversos obstáculos. Y por fin, tras más de dos años, este bonito proyecto ve la luz. Además, contamos con un prologuista de lujo: Sergi Torres (si no lo conoces, te animo a que busques en internet alguna de sus numerosas charlas y meditaciones). Por todo ello, la publicación de este libro es todo un acontecimiento y cualquier persona en mi lugar estaría dejándose llevar por una euforia desmedida. Así que, sí, supongo que mi amiga tenía razón al decirme que no estaba especialmente alegre. Porque no lo estaba.

Pero entonces, ¿a qué se debía eso? ¿Había algo más? Al término de la llamada, me puse a reflexionar. Si no había excusas, ¿qué me estaba impidiendo sentirme alegre? ¿Qué estaba sucediendo? ¿Acaso se trataba de una búsqueda deliberada de la ecuanimidad? ¿Estaba poniendo en práctica el desapego, sabiendo que todo es pasajero?

Entonces me dejé sentir y traté de tomar consciencia. Me di cuenta de cómo un viejo conocido había hecho acto de presencia. Era de esperar, por otra parte. Es uno que normalmente anda merodeando por ahí, al acecho, observando. Realmente es un tipo peligroso, porque cuando menos te lo esperas, se apodera de ti. No sé si lo conoces, si tienes el gusto. En mi caso, como digo, es un viejo conocido, y viene acompañando de una serie de extrañas sensaciones.

Esas sensaciones tienen que ver con la incapacidad para disfrutar del éxito. Es algo así como un auto-sabotaje que te impide celebrar aquello que has logrado tras un gran esfuerzo. Si te ha pasado alguna vez, seguro me entiendes perfectamente. Es muy jodido, pues te hace sentir que no eres suficiente, que no eres merecedor del éxito, y por consiguiente, te hace experimentar culpa y vergüenza. En definitiva, hace que te sientas un farsante y un estafador. Por eso se le conoce con el nombre genérico de “síndrome del impostor”.

¿Lo has experimentado alguna vez? En mi caso, observo que es una tendencia natural en mí, algo así como un automatismo reflejo. Consiste en una exigencia extrema que me hace no valorarme ni valorar mis propios logros, y que me lleva a la necesidad de estar buscando continuamente la aprobación fuera de mí. ¿Y eso? Bueno, ahí están la baja autoestima, las creencias limitantes, los condicionamientos familiares… También intuyo que tiene que ver con que mi naturaleza es la de una persona altamente sensible. Como ya comenté en un post anterior, la alta sensibilidad tiene que ver, entre otras cosas, con poseer un sistema nervioso que se satura con suma facilidad. Ésta es una de las razones que hace que muchas personas PAS busquen la soledad y no quieran llamar la atención, aunque probablemente esto mismo hace que la llamen más. Al respecto, Carl Jung, hablaba del arquetipo del “introvertido intuitivo”. En mi caso, tengo una tendencia natural a no hablar cuando estoy en un grupo, o si acaso, hablar de cualquier otra cosa antes que de mí mismo. Efectivamente, ese disfraz de terapeuta con el que a veces me visto, no es más que una máscara, un personaje con el que tapar el pánico que siento al mostrarme. Personalmente, la sensación de vulnerabilidad que experimento cuando lo hago es atroz. Por eso me sirvo de este blog, dada mi incapacidad de mostrarme en público. Bien, ahora ya sabes el secreto.

En este momento observo cómo asoma la vergüenza. ¿Qué hago? ¿Le doy la mano y sigo caminando?

Antes de seguir, voy a respirarlo unos instantes.

Me ha pasado alguna vez; gente, conocidos, amigos, que dicen que han estado buceando en esta web y han flipado al leer mi biografía, pues desconocían la mayoría de las cosas que he hecho. Con esto no estoy tratando de presumir, sino que simplemente comparto otro ejemplo de mis dificultades para mostrarme y para comunicarme. Esto lo hago como un ejercicio de «extimidad», esto es, de tratar de mostrarme tal y como soy, sabiendo que no estoy separado del resto. En el fondo, sé que es tan sólo mi mente egóica la que ve diferencias y se juzga como diferente.

Como sabemos, más allá del pánico, se encuentra la zona donde ocurre la magia. Sé que suena a eslogan almibarado, pero es así. Todos hemos vivido esa experiencia alguna vez, estoy seguro. Por mi parte, siempre que he transitado la zona de confort y superado el miedo, he hallado una gran satisfacción. Así pues, confío y salto adelante, sabiendo que el error no existe pues todo es un aprendizaje constante.

Hace doce años que decidí dejarlo todo y marcharme a trabajar a África. Viví dos años en Camerún, y sin lugar a dudas ha sido la experiencia más grandiosa de todas las que he vivido. Tanto, que después de regresar a casa, me sentía muy perdido. Hablé de ello en un post del blog. Sin tener muy claro qué hacer con mi vida, me surgió la posibilidad de ejercer la profesión de técnico de laboratorio y decidí quedarme. He ejercido desde entonces, alternando esta labor con algún contrato como educador sanitario.

A día de hoy trato de abrirme a nuevos retos, con la sensación de que el crecimiento personal es mi camino. De hecho, hay gente que me pregunta que cómo es que no pongo consulta de psicoterapia. Bueno, ahora mismo siento que es el momento de dar rienda suelta a mi creatividad. Así pues, veremos a ver adónde nos lleva. A principios de año, tomé el impulso de empezar a escribir en este blog. En mi familia no hay artistas ni escritores, por lo que comencé con una carga importante de miedo y vergüenza. ¿Quién eres tú para escribir? ¿A quién le va a importar lo que cuentas? Nueve meses después, puedo afirmar que está siendo muy terapéutico pues me está ayudando a superar mis limitaciones y a abrirme al mundo. Y eso es genial.

Y bueno, ahí sigo, observando a ver hacia dónde me lleva esto de escribir. Además de sacar adelante este blog, he logrado participar en un par de libros grupales. Igual ya lo sabes. El primero de ellos, “Microcosmos. 58 relatos de vida, amor y muerte”, se publicó en abril y es un libro de micro-relatos. Ahora, como ya he comentado, ha salido al mercado “Espiritualidad en la vida cotidiana”. En ambos casos, sacar a la luz el proyecto ha sido una larga travesía, en la que ha habido que llegar a acuerdos, ceder, y remar todos a una. Por todo ello, puedo afirmar que escribir un libro entre varias personas es una experiencia alucinante. Así que imagínate qué suerte la mía de haberlo podido vivir por partida doble. El agradecimiento que siento es máximo.

No se si algún día seré capaz de vivir de la escritura, pero de momento me dejo llevar y doy rienda a mi creatividad a través de palabras. No sé adónde me llevará, pero tampoco necesito saberlo. Simplemente siento que me hace bien, hace que me olvide de mis problemas. Así pues, seguiré transitando esta senda, teniendo presente que lo principal es disfrutar del momento presente. ¿Tal vez todo esto suene demasiado hippy? ¿Debería pues olvidarme de esas quimeras y buscar un trabajo como dios manda? ¿Un trabajo que me haga ser un miembro productivo del sistema? Llegado este punto, me pregunto qué diantres es ser un miembro productivo del sistema…

El despertar de la consciencia nos lleva darnos cuenta de que todo es una ilusión. Lo siento, pero es así: “la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Así que toca despertarse. La vida no es más que una experiencia y simplemente lo que hay que hacer es elegir cómo vivir esa experiencia. Y esa decisión me corresponde tomarla única y exclusivamente a mí. Honrando y agradeciendo a mi familia, y entendiendo que no tuvieron las mismas oportunidades que yo, rompo con patrones limitantes, y sigo mi camino. Sigo confiando en la magia que existe más allá del miedo. Sigo soñando.

I have a dream.

Tengo un sueño, uno grande. ¿Vender montones de libros? ¿Dar conferencias e inspirar a otras personas? ¿Ser un gurú? A veces dudo de lo grande que es. ¡Impostor, que te veo venir! Quédate quieto. O mejor, esfúmate. Por soñar que no quede, ¿no? ¿Quién no quiere mejorar? Siempre y cuando no haya apego al resultado, claro. Aceptando que lo que la vida ofrece es justo lo necesario, y que lo que sucede es justo lo que conviene, aceptando eso, es cuestión de ir dando pasitos. Como dijo Martin Luther King: «el primer paso no te lleva a tu objetivo, pero te saca de donde estás».

En el post anterior, hablábamos sobre el potencial humano, ese potencial que llevamos dentro y es algo intrínseco a nuestra naturaleza. Hablábamos también de “Bola de dragón” y de los súper guerreros Saiyajin. Soy un poco friki, recuerda. El caso es que esta serie me trae recuerdos de la infancia. Cuando miro al pasado y veo al niño que fui, lo veo en su cuarto, dibujando, creando mundos. Era lo único que me hacía feliz. Tal vez ahí está mi camino: crear mundos y darlos a conocer. ¿Ahí es donde puedo desarrollar mi potencial? No soy un súper guerrero que combate las fuerzas del mal, tan sólo soy un niño asustado. Por eso, mientras tenga esto presente, todo irá bien. Nada que combatir, supongo.

Paulo Coelho habla en sus obras de la «alegría del buen combate», para referirse a la satisfacción que produce ir hacia el interior. En efecto, comenta que ya no hace falta luchar contra nadie para desarrollar el potencial que atesoramos. Y eso es motivo de alegría. Mola saber que hoy día ya no hace falta ir a la guerra para desarrollar el verdadero valor. El combate contras las fuerzas del mal, en esencia, es una metáfora. En el camino iniciático, el verdadero combate se da en nuestro interior, es decir, volviendo la mirada hacia adentro para tratar de poner luz ahí donde había oscuridad. Y para ello, lo único necesario es ser sensible. En realidad, ser sensible, más que una maldición, es la cualidad que nos permite ver el mundo con otros ojos. Nos permite acceder a eso que aparentemente no se puede ver, pero que es esencial. Así pues, la invitación es a que sigamos sintiendo, confiando en la vida y desarrollando nuestro potencial. Tengo claro que por ahí va el buen combate: atrevernos a salir de la zona de confort, transcender el pánico y mostrar el SER luminoso que somos.

Hoy echo la vista atrás y recuerdo la importancia de seguir confiando. Sin todo ese sufrimiento, esa sensación de desamparo, esa noche oscura del alma… Sin todo ello, todo esto no tendría sentido. Así pues, tomo consciencia de mis logros y los celebro como se merece. Agradezco enormemente todo lo vivido. Muchas gracias, María, por hacerme reflexionar para que pueda poner en valor la publicación de mi libro, así como todo lo logrado hasta ahora.

Llegado este punto, siento que nos corresponde compartir todo aquello que se nos ha dado. Así pues, aún sabiendo que Impostor está al acecho, me abro al mundo, sabiendo que hablar acerca de mi propio proceso es ahora mismo la mejor manera de compartirme. Supongo que cuando uno da el paso de abrirse a la vida, ésta le corresponde y le va abriendo puertas. Nunca lo hubiera imaginado, pero a día de hoy puedo decir que hay personas que me leen con interés, que me agradecen mi compartir y que me animan a seguir por ahí. Supongo que si estás leyendo esto, tal vez eres una de ellas, así que te doy las gracias desde el fondo de mi corazón. Gracias, pues en esencia tú eres la razón de que siga escribiendo. Tú eres mi motivación para que continúe compartiendo, así pues, gracias por darme la oportunidad de que siga abriéndome al mundo.

Qué bien seguir saltando a tu lado.

Qué bien saber que seguimos adelante.

Qué bien que la Magia siga presente.

Gracias. Gracias. Gracias.

¿QUIERES RECIBIR UN CORREO CUANDO PUBLIQUE UN ARTÍCULO NUEVO?

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Deja una respuesta