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Comienzo el primer post de la web hablando acerca de la última experiencia que viví en 2023: unas «Vacaciones para solteros conscientes». ¡Uau!

Voy a ser sincero. Era la primera vez que iba a un encuentro de este tipo y no sabía muy bien de qué iba el asunto. Mi amigo Aitor había estado en alguno antes y me había hablado bien, pero yo no las tenía todas conmigo. Al ver el vídeo publicitario, sinceramente, mi impresión fue que aquello era postureo total. Lo siento pero es la sensación que me dio. Me refiero a que en el vídeo aparece principalmente gente guapa bailando y contando lo feliz que se siente, y todo ello almibarado con multitud de caras sonrientes mientras suena de fondo música latina.

Vamos a ver, que yo no tengo nada en contra de la salsa y la bachata. Me parece genial todo lo que sea bailar y divertirse. En mi caso, reconozco que hace años probé con los bailes latinos y vi que no era lo mío. Dicho esto, yo, en este momento de mi vida, ando buscando otro tipo de experiencias. Digamos que voy en pos de la presencia y la conexión. En cualquier caso, el hecho de saber que mi amiga y terapeuta Kristel Bianca Karlsson iba a estar allí ofreciendo actividades, me dio la tranquilidad que necesitaba. Así que, valorando que podía ser una forma nueva y estimulante de despedir el año, me animé. La suerte estaba echada.

Me apunté con más de un mes de antelación. Así que tuve tiempo de comentárselo a algún amigo al que pensaba que le podía interesar. Afortunadamente, al cabo de unas semanas, mi colega Luis recogió el guante y se apuntó. Me hizo mucha ilusión que se animara. Iba a tener compañía en el viaje, y de paso, ya no iba a estar solo en el evento… ¡Qué alivio!

Las semanas pasaron, celebré la nochebuena en familia, y por fin, llegó el 27 de diciembre, día en que empezaba el retiro. Con ciertos nervios y tratando de ir sin expectativas, recogí a Luis en su casa y pusimos rumbo a Bizkaia. El viaje transcurrió sin problemas y en dos horas y media nos plantamos en el hotel balneario Casa Pallotti. Situado en plena comarca de Karrantza, en la zona más occidental de Euskadi, el paisaje que lo rodea es espectacular. Nunca antes había estado en dicha comarca, así que ya sólo por eso había merecido la pena el viaje. De todas formas, en ese momento estaba bastante nervioso ante lo que se avecinaba y apenas pude disfrutar del entorno.

Llegamos con tiempo, así que hicimos con calma el proceso de registrarnos, pagar y acomodarnos en nuestras habitaciones. Después fuimos al bar del hotel y comenzamos a entablar relación con las personas que iban llegando. Nos habían citado a las veinte horas en la sala de actividades para la presentación oficial. Así que llegado el momento, subimos al primer piso y tomamos asiento. Allí había congregadas casi cien personas, de todo tipo, edad y procedencia. ¿De qué iba todo aquello? ¿Había hecho bien apuntándome? Mientras estas preguntas rondaban mi mente, Hugo, como maestro de ceremonias, tomó la palabra, micrófono en mano. Se presentó e hizo lo propio con el equipo de terapeutas, quienes también hablaron brevemente: Dhyana Dakini, Damián París, Kristel, Nuria, Beatriz, Manny, Saráswati y Manu. Retomó la palabra para contarnos su motivación a la hora de organizar un evento así y básicamente nos animó a darlo todo durante aquellos seis días que teníamos por delante. Y con aquella presentación tan inspiradora, llena de pompa y  con cierto estilo yanki, nos fuimos a cenar. «La suerte está echada, habrá que jugar», fue mi único pensamiento en ese momento.

El comedor, en la planta baja, era un espacio amplio con distintas mesas donde poder juntarse y charlar mientras manducar. Es importante tener a la plebe contenta y bien alimentada, ya lo sabemos. Así pues, con los estómagos colmados, regresamos a la sala de actividades. Allí, Hugo nos guió a través de una relajación en forma de meditación; algo suavecito para empezar a conectar con nuestro interior. Suficiente para el primer día. Ya habría tiempo de entrar en faena. Además, había gente que había venía de lejos, incluso desde Alemania, y necesitaba un merecido descanso.

El segundo día comenzó con una meditación dinámica guiada por Saráswati. Sin duda, una buena forma de empezar la jornada activándonos. Después del desayuno, disfruté de una gozosa clase de aguahara en la piscina del balneario, de la mano de Damián. Nunca había practicado esta disciplina y me gustó. Consiste básicamente en una serie de ejercicios tales como meditación en movimiento, estiramientos y masajes, todo ello sumergidos en el medio acuático. El agua tiene ese efecto mágico que hace que uno se deje llevar y conecte con el juego. Así que bien. Después de comer, Nuria nos ofreció un divertido y a la vez retador taller práctico para aprender a poner límites y crear un espacio seguro. A la noche, tras la cena, hubo un animado concierto a cargo de Beatriz y Manny que hizo las delicias de un entregado público. En verdad, aquella segunda noche me fui a dormir con sensaciones positivas, pensando que había sido un 28 de diciembre gozoso y placentero, y que, al menos en aquel lugar, no habíamos sufrido ninguna inocentada… ¡La cosa iba bien!

El tercer día comenzó con una original clase de yoga por parejas a cargo de Saráswati. Después del desayuno, hicimos el taller de sexualidad somática con Kristel. Fue muy potente, destacando principalmente el ejercicio en el que en grupos de tres y por turnos, íbamos intercambiando los roles de semilla, piedra y sol. La propuesta era que quien hacía de semilla, tenía que brotar y crecer; quien hacía de piedra, tenía que putear a la semilla e impedirle desarrollarse; y quien hacía de sol, tenía que ayudar a la semilla y tratar de parar a la piedra. En mi caso, mientras era semilla, fue grandioso conectar con mi energía vital y abrirme paso a pesar de la oposición de la piedra. Me sentí realmente vivo por primera vez en varias semanas, tal vez meses. Además de eso, desempeñar los papeles de piedra y sol fue estimulante, una divertida lucha. Así que desde aquí, gracias Ana y Luis por compartir conmigo la experiencia.

A la tarde nos separamos por sexos para hacer sendos círculos de mujeres y de hombres. Me pareció una buena propuesta. Y es que poder compartir entre varones y hablar acerca de los modelos masculinos con los que nos hemos desarrollado, y sobre nuestra relación con las mujeres en un espacio de escucha y de apertura resulta muy sanador. Creo que es fundamental crear espacios de consciencia donde los hombres podamos mostrarnos vulnerables y de esta manera romper con ciertos estereotipos que no ayudan. Así pues, y después de un buen rato compartiendo en donde no faltaron la complicidad ni el humor, las chicas nos invitaron a unirnos a ellas. Esta vez, en un gran círculo, mujeres y hombres nos unimos de la mano en unidad, respeto y armonía. Pudimos compartir nuestros sentires, agradecernos mutuamente y tomar consciencia de que estamos en el mismo barco, haciendo la misma travesía: femenino y masculino, los opuestos se atraen y se complementan. Somos Uno.

Aquella noche, después de la cena, nos embarcamos en un particular viaje sensorial. Una experiencia en donde, con los ojos tapados, se nos dio la oportunidad de conectar con el resto de los sentidos: el olfato, el gusto, el oído y el tacto.  Actividades de este tipo vienen genial para darse cuenta de lo mucho que prima la vista en nuestro día a día, y por ende, de lo mucho que nos perdemos al prácticamente ignorar el resto de los sentidos. Así pues, en aquel momento sentía mucha curiosidad ante lo que podía acontecer allí. Primero se hizo de manera estática, cada cual en su sitio, a través de sabores, olores, sonidos y sensaciones táctiles que nos iban entregando. Después, fuimos un paso más allá, y de manera dinámica, seguimos jugando con todos los sentidos salvo la vista, con la libertad de poder explorar otros cuerpos. Fue muy divertido.

Y así, casi sin darnos cuenta, llegó el cuarto día. Habíamos pasado ya el ecuador del encuentro y el viaje iba tomando intensidad. ¿Qué nuevas sorpresas nos íbamos a encontrar? No tenía ni idea, pero tampoco me importaba. Se trataba de vivirlo todo en su momento preciso. Como todo en la vida, ¿no? La jornada empezó con una estimulante meditación dinámica de Osho a cargo, una vez más, de Saráswati, y continuó con un taller de sexualidad sagrada. En él, Dhyana nos acompañó en un recorrido muy especial en el que fuimos conectando con nuestros propios cuerpos para acabar llevando a cabo un ritual sagrado. Se trataba, por parejas y por turnos, de simular un auto-bautismo, un renacer a la nueva vida, en el que gracias al simbolismo del fluir emocional del agua, íbamos regando nuestros cuerpos ante la mirada atenta de la otra persona. Recuerdo la mirada profunda y emocionada de mi compañera, lo cual me hizo sentirme acogido en total inocencia y amor. Fue algo tremendamente bello.

A la tarde había propuesto un taller de masaje pero yo no asistí porque tuve una sesión de terapia individual con Ana. Está claro, las casualidades no existen, y conocerte fue todo un regalo. Desde aquí, quiero darte las gracias por tu sensibilidad y comprensión, ¡eres una crack! Tras la sesión, andaba un poco removido y me fui a echar una reparadora siesta. A la noche, una fabulosa sesión de ecstatic dance a cargo de Damián puso la guinda a un día mágico. Lo di todo en la pista de baile, fue una sesión sublime, puro éxtasis. De hecho, después, tenía tal activación corporal que no me podía dormir y me quedé charlando con mi compañero de habitación, Aitor, hasta las tantas de la madrugada. En verdad estaba siendo un viaje alucinante.

El último día del año comencé saltándome la clase de yoga pues me quedé en la cama hasta la hora del desayuno. Después, teníamos un taller de baile sensual a cargo de Kristel que no me quería perder. Y no defraudó, fue grandioso. Lo que más destaco de esta propuesta es, además del contacto con otros cuerpos a través del baile, el ejercicio del dibujo. Ahí pude plasmar con colores mi propósito para el nuevo año y acompañarlo de buenas intenciones: honrar, agradecer y fluir. El hecho de que después danzáramos de forma individual a nuestros propios dibujos me hizo conectar a un nivel muy profundo y recuerdo que me emocioné como un niño mientras sonaba en la sala «The sound of silence». Una pasada.

A la tarde hicimos un ritual tántrico facilitado, cómo no, por Dhyana. Por parejas y por turnos, consistía en, a través del tacto consciente, conectar con los tres cuencos sagrados de la otra persona, esto es, cabeza, corazón y pelvis. Fue muy potente, pues al tumbarme para recibir la sanación, y de manera inesperada, conecté con la energía de mis padres y sentí una necesidad apremiante de pedirles disculpas por las veces que los he juzgado y de agradecerles todo lo que han hecho por mí. Sentí una profunda emoción y lloré largo, permitiendo que mis lágrimas recorrieran mi rostro. A veces las palabras se quedan cortas para expresar lo que se siente… Éste es uno de esos casos. Desde aquí, muchas gracias Sandra por compartir conmigo tan sanadora vivencia.

Y como la travesía seguía adelante, y ya que era el último día del año, a continuación nos fuimos a prepararnos para la cena de nochevieja. Todo el mundo se puso sus mejores galas para degustar un menú especial, acorde a lo que demandaba el momento. Tras unas campanadas muy especiales, y brindando por un año lleno de disfrute y consciencia, la fiesta continuó en un animado guateque. Sin embargo, en mi caso, sentí que necesitaba descanso después de todo lo vivido. Así que, prestando atención a mi cuerpo, me retiré. Fui a mi habitación, y tras telefonear a mi familia para felicitarles el nuevo año, sentí que no necesitaba más. Es curioso, pero en ese momento conecté con esa sensación, supongo que en el fondo cierta, de que menos es más.

¿Tal vez se trataba de un buen mantra para el nuevo año que acababa de empezar?

A la mañana siguiente, me di cuenta de que el primer día del año era al mismo tiempo el último del retiro. Entonces experimenté una peculiar mezcolanza de sensaciones. Una de mis dos mitades quería volver cuanto antes a casa; la otra, quería quedarse allí para toda la vida, en aquel particular país de las maravillas. En cualquier caso, nos quedaba una última actividad por vivir. Despedimos el retiro y comenzamos el año de la mejor manera posible: celebrando la ceremonia del perdón. Guiado de manera magistral por Dhyana, fue un ritual muy bonito y lleno de emoción en el que, mujeres y hombres, y por turnos, nos honramos y nos pedimos perdón mutuamente por todo el daño causado. Desde aquí toda mi admiración y todo mi respeto por quienes estábamos allí llevando a cabo la ceremonia. Realmente siento que esta es la manera en la que  se pueden sentar las bases para crear un nuevo mundo. Llamadme utópico, pero creo en un mundo mejor donde reine el amor y siento que ésta es la manera de co-crearlo. Así pues, aquél fue el mejor broche final a un encuentro mágico. Un encuentro muy especial, del que me llevé muchas cosas buenas, y del que me fui con la reafirmación de que éste el camino que quiero recorrer: el camino del corazón. Me llevo esperanza e ilusión, y sé que lo mejor está por llegar.

Y hasta aquí la crónica. Quiero aprovechar para dar mi más sincero agradecimiento en primer lugar al personal de Casa Pallotti por lo bien que nos atendieron y cuidaron; al maravilloso equipo de terapeutas, formado por Dhyana, Damián, Kristel, Nuria, Beatriz, Manny, Saráswati y Manu (¡qué grandes sois!); a Hugo Lega por ser un visionario y crear esta increíble experiencia; a todas las personas tan fabulosas que pude conocer, con las que pude compartir y que siempre permanecerán en mi corazón, (disculpadme pero es inviable que os nombre aquí una por una, ¡sorry!); y finalmente, me doy las gracias a mí mismo por confiar, por atreverme a salir de mi zona de confort y por seguir el dictado de mi corazón.

¡¡¡A por el 2024!!!

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Esta entrada tiene 6 comentarios

  1. Bea

    Ágil y dinámica descripción de sensaciones que te llevan a engancharse con la lectura, el poder descubrir la magia de los talleres y así conocer de buena mano en qué consiste. Muchísimas gracias por compartir y transmitir con deliciosa armonía.

    1. Sergio

      Beatriz! Muchas gracias por lo que me dices! Un gusto, la verdad. Ahí seguimos, abrazo grande!

  2. Danielsan

    Bravo Sergio! Qué experiencia tan fantástica y qué bien expresada.
    Gracias por compartirla y gracias por ser como eres.
    Un abrazo!

    1. Sergio

      Aúpa Daniel! Muchas gracias por tus palabras. Me voy a ruborizar y todo jijiji bueno, campeón, te envío un abrazo grande! Oshhhhhh

  3. Anuska

    Gracias por compartir tu vivencia!! Está claro que es difícil plasmar con palabras experiencias que vives en tu interior y que además son tuyas… Aún y todo, la verdad es que me he quedado con unas ganas de unas vacaciones de solteros como la que has vivido!!

    1. Sergio

      Hola Anuska! Muchas gracias por tus palabras, la verdad es que la experiencia fue fabulosa. Te animo a que la vivas. Mila esker! Vamos hablando, un abrazo grande!

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