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En este momento estás viendo Zorba

Este post hace tiempo que quería escribirlo, pero no sabía muy bien cómo enfocarlo. Porque más que hablar de una persona, en realidad quiero hablar de un legado. O mejor dicho, de mis experiencias en relación a un legado. Vamos a ver cómo lo hago.

Personalmente, creo en el potencial que tenemos las personas. Todas las personas. ¿De qué potencial hablas? Bueno, hablo de sacar lo mejor que llevamos dentro, trascender, evolucionar. No sé si eso es la iluminación; no me quiero poner tan metafísico. En realidad me refiero a lo que sería el último escalafón de la famosa pirámide de Maslow. Aquello que se puede denominar como auto-realización.

¿Hay personas que logran auto-realizarse? En mi opinión es posible alcanzar ese peldaño. Lo creo, pero eso no significa que quienes lo logran vayan levitando un palmo por encima del suelo. Al fin y al cabo, somos personas, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Es la mente egóica la que juzga si las cosas o las personas son buenas o malas. En esencia, todos somos uno y nos reflejamos continuamente. Me refiero, como sabes, a que todos somos espejos de todos en el juego de las proyecciones. Por eso, si todos somos uno, da igual si una persona es capaz de lograr una especial transcendencia pública; simplemente está reflejando una de las caras de este gran espejo que conforma la realidad y del que todos somos partícipes.

¿Adónde quiero ir a parar? Hay personas que me inspiran, lo reconozco. No es que sea una veneración desmesurada, sino que, sencillamente, se trata de individuos que me hacen reflexionar. Y eso está bien. Suelo hablar de ello en este blog. Por eso hoy sigo esa tendencia para centrarme en una de esas personas: aquel que se hizo llamar Osho; anteriormente conocido como Bhagwan Shree Rajneesh; anteriormente conocido como Acharia Rajneesh. De este tipo se han dicho muchas cosas, como por ejemplo, que es la persona más peligrosa desde Jesucristo. Pese a que ya dejó este mundo hace más de 30 años, su legado sigue presente a través de sus charlas, las cuales fueron grabadas y luego transcritas en cientos de libros. También, por supuesto su legado sigue vivo a través del Movimiento Rajneesh, o sea, sus discípulos, las personas que le conocieron y han mantenido viva la llama, compartiéndola con las nuevas generaciones.

Bueno, supongo que como todo personaje público, hay aspectos controvertidos en su biografía. No obstante, más allá de entrar en detalles, hablaré de mis experiencias en relación a su legado. Así que, si lo esperabas, lo lamento, pero no voy a entrar en debatir acerca de las múltiples acusaciones que se vertieron contra él ni tampoco voy a valorar la famosa serie documental acerca de su paso por Oregón. Si tienes interés en aspectos concretos de su vida, Internet está lleno de información al respecto. Cuánto de verdad hay y cuánto de sensacionalismo, eso será algo que tendrás que discernir tú.

Lo que sí puedo recomendarte es que leas alguno de sus libros, o escuches alguna de sus charlas. Son cientos, miles. Eso sí, tengo que advertirte que tal vez te hagan reflexionar hasta el punto de hacer tambalear tus creencias más arraigadas… ¿Te atreves? Por mi parte, y como suelo hacer normalmente en este blog, voy a hablar del efecto que todo ello tuvo en mí. Compartiré principalmente sobre mis propias experiencias. Vamos allá.

Recientemente he tenido la oportunidad de participar en el Osho Fest Spain. Reconozco que nunca antes había asistido. Es un evento que se venía realizando otros años en Amalurra, Vizcaya. Pero en esta ocasión se llevó a cabo del 15 al 18 de agosto en la Casa Toya, en el pueblecito de Aluenda, provincia de Zaragoza. Mi amiga Noemí Lázaro, alias Nartan, me había ofrecido la posibilidad de acudir como voluntario y ayudarle a facilitar la AUM meditación. Era una oferta que no podía rechazar, así que acepté de buen gusto.

A diferencia de otros años, y por circunstancias que no vienen al caso, en esta ocasión el festival tuvo menos afluencia, lo cual hizo que fuera más familiar. Fuera por lo que fuere, yo no tuve ningún problema con eso, pues justo acababa de venir de participar en el Apapacho Fest. Éste festival, el Apapacho, había sido multitudinario y yo también había participado como voluntario, así que no me suponía ningún problema que el Osho tuviera menos afluencia. En realidad, eso no le restó un ápice de calidad, y de hecho, permitió que profundizáramos más. Fueron cuatro días en los que bailamos, reímos, lloramos y sobre todo, celebramos la vida. Además de las meditaciones dinámicas más famosas, como la kundalini, la devavani o la dinámica, pude descubrir unas cuantas que no conocía, como la rosa mística, la golden light, la nadabrahma y la Osho vipassana. Además, tuvimos el privilegio de escuchar música en vivo a cargo de Sophia, Mathias y Sargam. Por mi parte, como he comentado, también tuve la oportunidad de ayudar a Nartan y a Samyo a facilitar la AUM meditación. Si sueles leer este blog, recordarás lo potente que es esta meditación, creada en Humaniverstiy por Veeresh. La verdad es que facilitar la AUM siempre es estimulante, y hacerlo en este festival fue todo un acontecimiento que recordaré por siempre.

Así que me siento muy agradecido por todo ello. Muchas gracias, Noemí por darme la oportunidad de acudir. Por supuesto, muchas gracias Charna, por ser el alma, guía y organizador del festival; gracias también por la encomiable tarea de haber traducido fabulosamente las enseñanzas de Osho al castellano. En verdad, sois muchas las personas a las que quiero daros las gracias, incluido el fabuloso equipo de facilitadorxs, compuesto por Avira, Maha devi, Alejandra, Ganga, Esther, Kavi… Fueron unos días especiales en donde nos empapamos de una energía muy bonita. Recuerdo especialmente los encuentros de la tarde, o evening meetings, al estilo del propio “International Meditation Resort” de Puna. En esos momentos, es como si la energía del Gurú estuviera presente, como si nos hubiéramos teletransportado al propio ashram. Verdaderamente fue una inmersión plena en el espíritu neo-sanniasin.

En sánscrito, sanniasin significa renunciante. Se refiere a aquellas personas que renuncian a una vida ordinaria y van en busca de una determinada fe. Ésta es una manera ultra resumida de definir un concepto que procede del hinduismo y tiene miles de años de antigüedad. No obstante, en las últimas décadas, la palabra se ha hecho popular en occidente porque así es como se ha conocido de manera genérica a los seguidores de Osho. Aunque en realidad, en este caso se trata de neo-sanniasin (nuevo renunciante), para diferenciarlo del enfoque original de la tradición hindú. El neo-sannias que propone Osho es un camino de autoexploración y meditación, sí, pero a diferencia del tradicional, no implica renunciar al mundo material. No hay necesidad de martirizarse para alcanzar el Paraíso. Según sus propias palabras, se trata de un ser humano que busca la iluminación sin olvidarse del disfrute. Es un ser en el que conviven tanto Buda como Zorba el griego. Efectivamente, es “Zorba, el Buda”.

Lo que este tipo te propone es que seas tú mismx, que te centres en ti. Sin dogmas ni condicionamientos. Simplemente experimentando la vida como es, aquí y ahora, desechando cualquier imposición que venga de fuera y renunciando a cualquier religión teísta, a cualquier ideología política y a cualquier corriente de pensamiento.

Sé que es duro esto que nos propone. Es como si de pronto, todo aquello en lo que creemos, fuera puesto en entredicho. Es muy retador y no todo el mundo está dispuesto a ello. De hecho, creo que la mayoría de las personas no son capaces de poner en duda sus creencias más profundas. Desde aquí, mi invitación es a probar a practicarlo. Probar a poner en duda todo lo que creemos. Aunque sea por unos instantes. A ver qué pasa.

La verdad es que siempre que he seguido la estela de Osho, he tenido experiencias reveladoras. En ese sentido, han sido experiencias trascendentales, de ir mas allá de mis límites y mi zona de confort. Vivencias en las que he roto con antiguas creencias, incluso con lo que se supone que es lo correcto. Con esto no quiero decir que los que hacemos estas cosas seamos mejores que nadie. ¡Nada más lejos de la realidad!

En este circo en el que vivimos, la propuesta de romper con tus creencias, con todo tipo de condicionamiento mental, puede ser algo muy subversivo, es verdad. Supone albergar la posibilidad de abrirse a nuevas y retadoras perspectivas, abrirnos a la posibilidad de reconocer que nos hemos podido equivocar. Y esto al ego no le gusta. Cuesta mucho aceptar y reconocer que nos hemos equivocado, ¿verdad? El ego, la mente racional, siempre quiere tener razón, quiere controlarlo todo, y por eso se revela contra esto. Hay mucha resistencia al cambio, mucho miedo. Lo sé, yo soy el primero que lo observo en mí. Observo mi pavor y mi vértigo a soltarlo todo. ¿Ahí está la eterna lucha entre nuestra parte divina y nuestra parte terrenal?, ¿entre la luz y la sombra?, ¿entre la mente y el corazón? Ahí andamios…

No me quiero extender ahí. Lo que sí que quiero es hacer un recorrido vital, hablar de las experiencias que me han marcado en relación al tema que nos ocupa.

La primera vez que oí hablar de Osho fue hace casi 15 años, en Asturias. Quien hablaba de él era un discípulo suyo, el Maestro Firak. Mi amiga Itziar me había contado lo mucho que le inspiraba este hombre, y quise conocerlo en persona. En aquel encuentro de fin de semana, hicimos unos ejercicios aparentemente sencillos, aunque potentes. Firak, mientras nos enseñaba a sacudir el cuerpo de una particular manera, nos contaba las enseñanzas del tantra y el zen que había recibido de su maestro, un tal Osho. Lo cierto es que volví a casa con mucha curiosidad, queriendo profundizar en todo aquello. Unos meses después, atravesé la península para unirme a un retiro con Firak y su equipo. Fueron diez días en un cortijo en el Desierto de Tabernas, en Almería. Ciertamente, no era la primera vez que estaba en ese desierto. Un año antes, había estado allí realizando un curso de supervivencia en zonas áridas. Ahora, la motivación era muy diferente: ya no iba a aprender a sobrevivir, sino que iba a aprender a VIVIR. Y la verdad es que aquellos días cambiaron mi vida. ¿Y eso? Bueno, digamos que fue una inmersión total en mi, en mis sensaciones corporales. A través de las meditaciones dinámicas, fue como si mi cuerpo despertara. Solté muchos condicionamientos y miedos que tenía, sobre todo con respecto al tema sexual. Fue algo grandioso y por eso siempre estaré agradecido a Itziar, a Firak y a su equipo.

Después de aquella experiencia, seguí la estela de este grupo, asistiendo a varios talleres en distintas ciudades. Incluso en Pamplona nos reuníamos semanalmente a seguir practicando. Éramos un grupo amplio, nos juntábamos una gente fabulosa y guardo muy buen recuerdo de aquella época. Fueron unos años muy bonitos.

Pero todo en la vida es cambio constante, ya lo sabemos. De pronto sentí la llamada de África, dejé la consulta que había montado y me fui a Camerún. Allí estuve dos años, trabajando como cooperante voluntario. Después de aquello, al regresar a Pamplona, muchas cosas habían cambiado. Empezando por mí mismo.

Sentía que quería seguir profundizando en el tantra, en la sexualidad sagrada, el cuerpo y las emociones, y quería hacerlo indagando nuevos caminos. África me había enseñado a fluir sin apegos. Es por eso que me abrí a conocer nuevas personas de las que aprender, teniendo como referente las milenarias enseñanzas que Osho había proporcionado a Occidente. Buceando entre estas experiencias, puedo recordar el retiro de Maite Domènech en Les Eres de Guardiolans, al norte de Barcelona. Fue una experiencia profunda y potente, por lo que quise seguir abriéndome a conocer diferentes enfoques. Recuerdo el retiro de “Compasión y Éxtasis” de fin de año con Hari Dass y Anhoki en Burriana, Castellón. Y por supuesto, no me puedo olvidar de la gran Ástiko, la Súper Maestra tántrica con quien hice el retiro del “Círculo de la luz”, en Les Eres, nuevamente. Experiencias enriquecedoras en las que conocí gente muy interesante. Y así iban pasando los años. En los años previos a la pandemia hice unos cuantos talleres con Madhur en Navarra, de los cuales también guardo muy buen recuerdo. Por supuesto, también está mi experiencia hace año y medio en Humaniverstiy, la comunidad que fundó Veeresh en Países Bajos, y a la cual dediqué un post entero (si tienes curiosidad, échale un vistazo). Y más personas con las he hecho cositas en este ámbito, como Valquiria Martani, Kristel Bianca Karlson, Dhyana dakini, Diana San José, Elma Roura…

Por todo esto me siento muy afortunado. Afortunado de haber conocido a personas, como tú y como yo, que decidieron explorar su propia sexualidad y adentrarse en una parte muy profunda de su ser. Decidieron adentrarse para poner algo de luz en el gran misterio del que todos venimos, que no es otro que la fuerza creativa del universo. Personas, que a medida que fueron indagando, fueron compartiendo sus descubrimientos. Personas valientes, capaces de mirar en su interior, con las que he compartido lágrimas y risas, silencios y locuras, dolor y placer. En mi caso, ha sido y está siendo un camino de sanación. Me ha quitado muchas tonterías de la cabeza, complejos, culpa y represión. He podido liberarme de introyectos disfuncionales, es decir, creencias limitantes que venían en mi mochila y que no me ayudaban en nada. Y bueno, ahí seguimos, compartiendo y abriendo los corazones. Siempre habrá cosas que pulir y aprender, está claro. Este periplo no acaba nunca, continúa como el fluir de un río.

Creo, como decía Wilehm Reich, a quien también le dediqué un post, que existe en el interior del ser humano un poder atómico brutal, el cual está en nuestras manos liberar. En ese sentido, es evidente que Reich y Osho llegaron a la misma conclusión, la misma a la que han llegado tantas personas que se han atrevido a mirar en su interior: somos mucho más de lo que creemos. Es curioso que ambos pusieran especial énfasis en la sexualidad, y que ambos fueran especialmente criticados por ello. ¿A qué se debe esto? La sexualidad, como capacidad de reproducción y de disfrute que tenemos, se trata en esencia del poder creativo que nos ha otorgado la naturaleza; es la fuerza creadora del Universo, también llamada energía kundalini. Esto es algo que se conoce en oriente desde hace miles de años, algo que habíamos olvidado en occidente y que poco a poco estamos recordando. Las tradiciones milenarias nos dicen que para que esa kundalini despierte, se requiere ir hacia el interior. Ese poder no está en ningún templo, no es propiedad exclusiva de ninguna religión, y nadie te lo puede otorgar. Es patrimonio de la humanidad, nuestro derecho de nacimiento por el mero hecho de existir.

¿Qué opinas? ¿Estás de acuerdo? ¿O más bien te parecen chorradas? Estas cosas no aparecen en los medios de comunicación de masas, no lo cuentan los telediarios ni los periódicos. Así que entiendo que puedan parecer controvertidas, o peligrosas… ¿Por qué será? ¿Por qué no interesa que se hable de ellas? ¿Tal vez porque conviene que la sociedad siga adormecida, aborregada y sumisa?

Llegado este punto, me pregunto si tal vez todo esto suena un poco a “me creo mejor que la mayoría de la gente”. Si es así, lo lamento. No es mi intención. Simplemente, a veces me sale esa parte guerrera.

No obstante, con humildad me pregunto qué pasaría si fuéramos capaces de dejar el miedo a un lado, si abriéramos los corazones y tomáramos consciencia de nuestro enorme potencial.

En el post en el que hablaba sobre mis experiencias con la bioenergética y el legado de Wihelm Reich, decía lo siguiente: estoy convencido de que en el interior de cada persona existe un superpoder. Si me lo permites, diré que en el interior de cada persona hay un Goku. Un Goku, sí, tal cual. Un súper guerrero que está deseando liberar su inmenso e ilimitado poder, y convertirse de una vez por todas en un Súper Saiyajin.

Aquí hago un inciso. Si no conoces la serie “Bola de dragón”, no comprenderás de lo que hablo. Te contaré pues de forma resumida su argumento. Goku, el protagonista, es un tipo que pertenece a una estirpe de súper guerreros, los Saiyajin, que luchan contra las fuerzas del mal. Estos Saiyajin son capaces de desarrollar tal poder, que de hecho, con sus propias manos pueden producir ondas de energía tan devastadoras como bombas nucleares.

Ahí está la asociación entre Goku y la capacidad de la que hablaba Reich. Sí, soy un friki, lo sé. Qué se le va a hacer. El caso es que al escribir estas líneas, tomo consciencia de la gran similitud entre las palabras saiyajin y sannyasin. Ignoro si el creador de Bola de dragón, el japonés Akira Toriyama, conocía este concepto hindú. ¿Tal vez se inspiró en esas personas para denominar a la estirpe de súper guerreros que creó? No sé, es una suposición. Igual todo esto es una flipada. Puede ser. Se me ha ocurrido conforme lo escribía.

Saiyajin y Sannyasin. Tal vez no sean tan diferentes. Sus túnicas naranjas lo atestiguan.

En cualquier caso, con respecto a esa potencia atómica, esa fuerza creativa, esa energía kundalini, igualmente, en nuestras manos está el acceder a ella y liberarla. Lo que hagamos con ella es cosa nuestra. Podemos emplearla en fabricar bombas nucleares, o podemos usarla para sanarnos y para ayudar a otras personas a sanar sus heridas. Ahí está. El verdadero poder está siempre en nuestras elecciones.

Termino ya. Aprovecho como siempre para darte las gracias por llegar hasta aquí. Significa mucho para mí.

Al principio del post, hablábamos de sacar lo mejor que llevamos dentro, de trascender y evolucionar. Hablábamos de iluminación y/o auto-realización. Llámalo como quieras. Ponle las palabras que te apetezcan. Pero no lo ignores. No ignores ese poder, esa cualidad innata en ti. Ahí está, esperándote, esperando que dejes de mirar afuera y que de una vez por todas, vayas a tu interior. Allí encontrarás a alguien que lleva tiempo deseando estar contigo.

Es Zorba, el Buda.

Y te espera bailando el Sirtaki.

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